No
hay razón para buscar el sufrimiento, pero si
éste llega y trata de meterse en tu vida, no
temas; míralo a la cara y con la frente bien
levantada”, escribió
hace tiempo el filósofo alemán Friedrich
Nietzsche (1844-1900). Y sin
dudas que si hubo una familia, aunque
televisiva, que estuvo destinada al sufrimiento,
esa fue La Familia Ingalls, aquel famoso
melodrama escrito, producido, dirigido y
protagonizado por Michael Landon, que a
lo largo de sus nueve temporadas, que incluyeron
183 capítulos y cuatro telefilms, hizo llorar
hasta al más insensible de sus seguidores,
gracias a los golpes bajos a los que recurría
de manera sistemática para mantener el interés
de la audiencia. Aunque también es verdad que
el programa tuvo grandes momentos bizarros, que
muchos todavía recuerdan, y que estaban a un
paso de la comicidad.
Situada temporalmente en 1870 en el Oeste
norteamericano, la serie contaba la historia, no
tan feliz, de Charles, su esposa Caroline y sus hijas Mary, Laura y Carrie,
una familia de granjeros que vivía en una pequeña
casa en la pradera, a quienes luego se sumaron Grace, Albert (un varón adoptado) y Cassandra y James (huérfanos de la familia Cooper,
a quienes también adoptaron).
Los Ingalls era una familia que no
tenía respiro, sus vidas estaban plagadas de
sacrificios, pobreza, mudanzas forzadas,
desastres naturales y desgracias personales,
como cuando Mary (Melissa Sue Anderson)
quedó ciega, o peor aún, cuando tuvo que
afrontar la muerte de su hijo. Todo esto
conformaba un cóctel explosivo que mantenía a
la audiencia expectante. “¿Qué les va a
pasar ahora?”, se preguntaba más de uno
cuando terminaba un capítulo. Es que no era para
menos, esta gente parecía estar orinada por un dinosaurio. Tenían una mala suerte extrema.
Aunque también es cierto que la cuota de
optimismo siempre estaba presente. En medio del
desastre, ¿quién no recuerda a Caroline (Karen Grassle) horneando un pastel, con
la familia sonriente al descubrir que lo único
que importaba era estar juntos?
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En
1974, cuando finalizó la recordada Bonanza, luego
de permanecer
catorce años en el aire, la NBC le encomendó a uno de sus
protagonistas, Michael Landon, la producción de
un telefilm basado en los best séller de Laura
Ingalls Wilder, una escritora que había
reflejado sus memorias como parte de una familia
de pioneros del Oeste a finales del siglo XIX.
Es por eso que la serie estaba narrada desde el punto
de vista de Laura (Melissa Gilbert).
En esa película para televisión se muestran
los primeros pasos de la familia en las llanuras
de Kansas, a donde habían emigrado en busca de
un futuro mejor. Al llegar al pueblo, conocen al
señor Edwars (Victor French,
quien también acompañaría a Landon en Camino
al cielo), quien los ayudó a instalarse.
Pero los problemas no tardaron en llegar: además
de encontrarse con indios salvajes, la casa en
la que habitaban se incendió y quedó
destruida. “Todo mal”, diría
cualquier chico del siglo XXI y el final del
telefilm, no era mucho mejor, ya que por orden
del gobierno, los Ingalls tuvieron que
abandonar el pueblo y marcharse en busca de
nuevos horizontes.
La familia encontró su lugar en el mundo
en una pequeña localidad llamada Walnut
Grove, en Minnesota. Ahí fue donde se
instalaron y donde transcurre la mayor parte de
la serie, cuyo primer capítulo se emitió el 9
de noviembre de 1974, por la NBC. Este pueblito
tenía unos habitantes muy pintorescos, como los Oleson, una familia conformada por Nels (Richard Bull), el almacenero de Walnut
Grove, su esposa Harriet (Catherine
MacGregor), una mujer muy malhumorada, y sus
dos hijos: Nellie (Alison Arngrim),
una nena que lo que tenía de linda lo tenía de
mal criada
y caprichosa, y el travieso Willie (Jonathan
Gilbert, hermano de Melissa en la vida
real). También estaban el reverendo Alden (Dabbs Greer) y el doctor Baker (Kevin
Hagen), entre otros.
La serie, que en la temporada 78-79 llegó
a ocupar el séptimo puesto entre los programas
más vistos de los Estados Unidos, permaneció
en pantalla hasta 1983. Pero un año antes, en
1982, ya podía vislumbrarse el final cuando
Michael Landon decidió dejar de ser el
protagonista para dedicarse solo a la producción.
El programa fue rebautizado como Little
House: A New Beginning (Pequeña casa: un
nuevo principio). Charles y Caroline vendieron su granja para mudarse a Iowa y los
personajes centrales pasaron a ser Laura y su esposo Almanzo Wilder (Dean
Butler), pero la nueva historia no tuvo el
mismo impacto en el público, que evidentemente
extrañaba a Landon.
Luego de cancelado el programa, se
hicieron tres telefims con el epílogo. En uno
de ellos, titulado Little House: Look Back to
Yesterday, Albert (Matthew
Laborteaux) descubría que tenia una
enfermedad terminal y en el último, The Last
Farewell (La última despedida), la
suerte también iba a estar ausente, ya que
aparecía el dueño de las tierras donde se
encontraba Walnut Grove y pretendía que
todos los pobladores se marcharan. Estos, ante
la intransigencia del propietario, decidieron
darle las tierras pero no el pueblo y de esta
manera termina La familia Ingalls, con Walnut
Grove destruido por sus habitantes. ¿Ustedes
acaso esperaban un final feliz? CR |