Los Autos Locos
LOCURA AL VOLANTE
Creada por la dupla Hanna-Barbera, “Los autos locos” es una de las tiras animadas más recordadas de los años ’60. Con el tramposo Pierre Nodoyuna y su perro Patán a la cabeza, se inauguró un nuevo formato de dibujo animado: el “road cartoon”, al que luego le siguieron "Las Olimpíadas de la Risa" y "La carrera espacial de Yogui", entre otros. Un dibujo inolvidable con el que crecieron varias generaciones.

Por Diego Cabarcos
@diecabarcos
Abril 2015

Inspirada en la película La gran carrera (1966), de Blake Edwards, protagonizada por Tony Curtys, Jack Lemmon y Natalie Wood, Los autos locos,  una de las series animadas más recordadas de los ’60 y la primera en contar con un elenco multiestelar, apareció  en la pantalla estadounidense en la mañana del sábado 14 de septiembre de 1968, justo cuando el mundo estaba pendiente del destino de la misión que pondría al primer hombre en la Luna.

Creada por la inolvidable dupla hacedora de infinidad de dibujos animados que conformaban Bill Hanna y Joseph Barbera, la trama giraba alrededor de once coches que competían, todos contra todos, en una carrera por diferentes localidades inexistentes de los Estados Unidos como Villa Mostaza, el Cañón de los Cactus, las Montañas Piedrallosas, Patata Frita, el pueblo fantasma de Spookane, entre tantas otras.

En cuanto a los personajes, sin duda que las grandes estrellas eran el malvado y gracioso Pierre Nodoyuna y su fiel (a veces) perro Patán, quienes articulaban las más descabelladas patrañas para ganar las diferentes competiciones con el Súper Ferrari 00, algo que no lograron nunca en las 34 carreras que disputaron, siempre por la cadena CBS, ya que Nodoyuna, invariablemente, caía en las trampas que él mismo planeaba ante la contagiosa risa de su singular mascota. Sólo en una oportunidad estuvo a punto de resultar vencedor (algo que muchos esperaban), y lo hubiera logrado si el muy tonto no hubiese detenido el vehículo, justo antes de la llegada, con el fin de peinase para la foto.

El resto de los corredores, tan locos como el villano de bigote fino y largo y de joroba prominente, acataban las reglas al pie de la letra, aunque sacando partido al máximo de los dispositivos especiales con los que sus autos estaban equipados. “Tecnología de punta” que le dicen, al igual que la utilizada para controlar la carrera, ya que todo era vigilado desde un Radaroscopio, que registraba los cambios y posiciones de todos los competidores. Además, existía una cámara infrarroja, la cual permitía visualizar los finales cuando había niebla o en la oscuridad de la noche. Por otra parte, cuando las llegadas eran muy cerradas, con varios pilotos juntos, se utilizaba el “final de foto”, un sistema que captaba al instante qué competidor había cruzado primero la meta.

LOCOS AL POR MAYOR

El hecho de tener tantos personajes, permitía que los guionistas (Dalton Sandifer, Mike Maltese, Larz Bourne, y Tom Dagenais), se preocupasen menos por la historia y más en cada uno de los pilotos locos que componían esta carrera:

El coche número uno, el Rocomóvil, era conducido por los Hermanos Macana (Roco y Cascote), dos personajes muy parecidos al Capitán Cavernícola (de hecho todos son hijos de los mismos cerebros). El vehículo era algo rudimentario y retrasado en tecnología, por eso, si hacía falta recurrir a la tracción a sangre, Roco y Cascote lo hacían sin problema.

El Espantamóvil, por su parte, era una especie de casa rodante con aire tenebroso, tripulado por Pareja Compleja (Gran Horror y Pequeño Horror), dos extraños seres que más que miedo daban gracia y que, a su vez, tenían como inquilino a un dragón, que solía escupir fuego a los corredores que venían detrás. Este “terrorífico” automóvil, podía volar distancias cortas utilizando las alas de la tan particular mascota.

El Profesor Locovich, una mezcla de Carlos Bianchi y Larry de Los Tres Chiflados, manejaba un auto de su invención, que podía convertirse en cualquier cosa. Desde un globo aerostático, hasta una pelota de básquet gigante, todo era posible para el cerebro inventivo de Locovich.

Otro personaje particular era el Barón Hans Fritz, quien  estaba al mando del Stuka Racuda, un híbrido de coche y avión, réplica del célebre aeroplano de Max Immelmann (una aviador alemán de la Primera Guerra Mundial). El Stuka Racuda, poseía un arma de guerra (una ametralladora reglamentaria), pero el Barón sólo la utilizaba para remover eventuales obstáculos que se le interponían en su camino.

Pero este singular dibujo animado también tenía su costado femenino, el que aportaba la bella Penélope Glamour, una joven muy preocupada por cuidar su aspecto, tal es así que su coche, de color rosa y llamado Pussycat Compacto, estaba dotado de accesorios de maquillaje para que le hermosa Penélope pudiera maquillarse mientras conducía. Claro que, en ocasiones, los dispositivos de este salón de belleza móvil no funcionaban bien y el polvo con el que embellecía su rostro podía terminar en la cara de cualquier competidor que viniera detrás.

La mafia también estaba presente en la tira creada por Hanna y Barbera. Matthew y sus Pandilleros era una caterva de gansters compuesta por siete hombres casi enanos (todos iban en el asiento delantero), que corrían en un sedan de los años '20, que llevaba como nombre Antihuella Blindada, y que a veces, en medio de la competencia, eran perseguidos por la policía.

Pero si estaban los mafiosos, ¿cómo no iba a estar el ejército? Es así como el tímido soldado Meekly y el autoritario, y obeso, Sargento Blast, iban a bordo del Súper Chatarra Special, un vehículo mitad tanque mitad jeep, que podía ser impulsado por sus cohetes bazooka.

Otra de las atracciones de estas alocadas carreras era e  Alambique Veloz, el precario vehículo conducido por el granjero Luke, alguien capaz de conducir con los pies al mismo tiempo que fumaba una pipa y dormía, cuyo acompañante era el Oso Miedoso, un personaje que sólo se dedicaba a temblar de miedo y taparse los ojos ante un eventual peligro.

Quizás uno de los más “normales” de esta interminable competencia haya sido Pedro Bello, un corredor tan egocéntrico como galante. Estaba enamorado de Penélope Glamour y muchas veces su caballerosidad lo llevó a perder varias carreras a bordo de su Súper Heterodino.

Por último, el automóvil número diez era el recordado Troncoswagen, un extraño vehículo de madera que tenía ruedas en forma de sierra lo que le daba la habilidad de cortar casi cualquier objeto que se interpusiera en su camino. Sus conductores eran Brutus y el castor Listus, quien junto con Patán y el Oso Miedoso eran los únicos animales del programa.

LOS AUTOS LOCOS Y SUS DERIVADOS

El gran éxito de este dibujo animado, y sobre todo la repercusión que lograron muchos de los personajes, hizo que en 1969 Pierre Nodoyuna y su inefable compañero Patán, protagonizaran su propio show llamado El escuadrón diabólico (foto), donde eran aviadores de la Primera Guerra Mundial y debían atrapar a un palomo mensajero enemigo.

Lo mismo ocurrió con la simpática y bella Penélope Glamour, quien fue la estrella de Los Peligros de Penélope, un spin-off donde estaba acompañada por la pandilla de Matthew, en una particular versión de lo que tiempo atrás había sido Blanca Nieves y Los siete enanitos, aunque en este caso, los enanitos formaban una pandilla de gansters, siempre dispuestos a salvar a la dulce heroína de los peligros en los que se metía.

Pero no todo quedó ahí, la fórmula Wacky Races (el título original de la serie animada), fue utilizada de nuevo por Hanna-Barbera y en varias oportunidades: Las Olimpíadas de la Risa, donde competían todos los elencos de la dupla creadora de dibujos animados, La carrera espacial de Yogui, una competencia por el espacio exterior y Los Cometas de Bailey, otra alocada carrera descendiente de aquella que llevó a Nodoyuna y compañía al estrellato.

Como se ve, Los Autos Locos inauguraron, con su aparición en 1968, un nuevo y entretenido formato: el “road cartoon”. Una fórmula que divirtió – y divierte aún gracias a las repeticiones - a varias generaciones. No obstante, no son pocos los que se quedaron con las ganas de ver al Súper Ferrari 00, aunque sea por una vez, cruzar la línea de llegada antes que el resto. Pero bueno... después de todo ni el Coyote pudo atrapar nunca al Correcaminos, ni Tom pudo comerse a Jerry. Es la ley del dibujo animado: los malos o tramposos nunca ganan. Lástima que la realidad, a veces, esté tan lejos de ese ideal. CR

VIDEO CLUB
Los Autos Locos - Episodio 8
Los Autos Locos - Episodio 13
Los Autos Locos - Episodio 19
Los Autos Locos - Episodio 28
El Palomo Mensajero - Spin off
Staff - Contacto - Copyright 2006-2015