Inspirada
en la película La gran carrera (1966),
de Blake Edwards, protagonizada por Tony
Curtys, Jack Lemmon y Natalie Wood, Los autos locos, una de las series animadas más
recordadas de los ’60 y la primera en contar
con un elenco multiestelar, apareció en la pantalla estadounidense en la mañana
del sábado 14 de septiembre de 1968, justo
cuando el mundo estaba pendiente del destino de
la misión que pondría al primer hombre en la
Luna.
Creada por la inolvidable dupla hacedora de
infinidad de dibujos animados que conformaban Bill
Hanna y Joseph Barbera, la trama
giraba alrededor de once coches que competían,
todos contra todos, en una carrera por
diferentes localidades inexistentes de los
Estados Unidos como Villa Mostaza, el Cañón
de los Cactus, las Montañas Piedrallosas, Patata Frita, el pueblo fantasma de Spookane,
entre tantas otras.
En cuanto a los personajes, sin duda que
las grandes estrellas eran el malvado y gracioso Pierre Nodoyuna y su fiel (a veces) perro Patán, quienes articulaban las más
descabelladas patrañas para ganar las
diferentes competiciones con el Súper
Ferrari 00, algo que no lograron nunca en
las 34 carreras que disputaron, siempre por la
cadena CBS, ya que Nodoyuna,
invariablemente, caía en las trampas que él
mismo planeaba ante la contagiosa risa de su
singular mascota. Sólo en una oportunidad
estuvo a punto de resultar vencedor (algo que
muchos esperaban), y lo hubiera logrado si el
muy tonto no hubiese detenido el vehículo,
justo antes de la llegada, con el fin de peinase
para la foto.
El resto de los corredores, tan locos
como el villano de bigote fino y largo y de
joroba prominente, acataban las reglas al pie de
la letra, aunque sacando partido al máximo de
los dispositivos especiales con los que sus
autos estaban equipados. “Tecnología
de punta” que le dicen, al igual que la
utilizada para controlar la carrera, ya que todo
era vigilado desde un Radaroscopio, que
registraba los cambios y posiciones de todos los
competidores. Además, existía una cámara
infrarroja, la cual permitía visualizar los
finales cuando había niebla o en la oscuridad
de la noche. Por otra parte, cuando las llegadas
eran muy cerradas, con varios pilotos juntos, se
utilizaba el “final de foto”, un sistema que
captaba al instante qué competidor había
cruzado primero la meta.
El hecho de tener tantos personajes,
permitía que los guionistas (Dalton Sandifer, Mike Maltese, Larz Bourne, y Tom
Dagenais), se preocupasen menos por la
historia y más en cada uno de los pilotos locos
que componían esta carrera:
El
coche número uno, el Rocomóvil, era
conducido por los Hermanos Macana (Roco y Cascote), dos personajes muy parecidos
al Capitán Cavernícola (de hecho todos
son hijos de los mismos cerebros). El vehículo
era algo rudimentario y retrasado en tecnología,
por eso, si hacía falta recurrir a la tracción
a sangre, Roco y Cascote lo hacían
sin problema.
El Espantamóvil, por su parte,
era una especie de casa rodante con aire
tenebroso, tripulado por Pareja Compleja (Gran Horror y Pequeño Horror),
dos extraños seres que más que miedo daban
gracia y que, a su vez, tenían como inquilino a
un dragón, que solía escupir fuego a los
corredores que venían detrás. Este “terrorífico”
automóvil, podía volar distancias cortas
utilizando las alas de la tan particular
mascota.
El Profesor Locovich, una mezcla
de Carlos Bianchi y Larry de Los
Tres Chiflados, manejaba un auto de su
invención, que podía convertirse en cualquier
cosa. Desde un globo aerostático, hasta una
pelota de básquet gigante, todo era posible
para el cerebro inventivo de Locovich.
Otro
personaje particular era el Barón Hans Fritz,
quien estaba al mando
del Stuka Racuda, un híbrido de coche y
avión, réplica del célebre aeroplano de Max
Immelmann (una aviador alemán de la Primera
Guerra Mundial). El Stuka Racuda, poseía
un arma de guerra (una ametralladora
reglamentaria), pero el Barón sólo la
utilizaba para remover eventuales obstáculos
que se le interponían en su camino.
Pero este singular dibujo animado también tenía
su costado femenino, el que aportaba la bella Penélope
Glamour, una joven muy preocupada por cuidar
su aspecto, tal es así que su coche, de color
rosa y llamado Pussycat Compacto, estaba
dotado de accesorios de maquillaje para que le
hermosa Penélope pudiera maquillarse
mientras conducía. Claro que, en ocasiones, los
dispositivos de este salón de belleza móvil no
funcionaban bien y el polvo con el que embellecía
su rostro podía terminar en la cara de
cualquier competidor que viniera detrás.
La mafia también estaba presente en la
tira creada por Hanna y Barbera. Matthew y
sus Pandilleros era una caterva de gansters
compuesta por siete hombres casi enanos (todos
iban en el asiento delantero), que corrían en
un sedan de los años '20, que llevaba como
nombre Antihuella Blindada, y que a
veces, en medio de la competencia, eran
perseguidos por la policía.
Pero si estaban los mafiosos, ¿cómo no
iba a estar el ejército? Es así como el tímido
soldado Meekly y el autoritario, y obeso, Sargento Blast, iban a bordo del Súper
Chatarra Special, un vehículo mitad tanque
mitad jeep, que podía ser impulsado por sus
cohetes bazooka.
Otra de las atracciones de estas alocadas
carreras era e Alambique
Veloz, el precario vehículo conducido por
el granjero Luke, alguien capaz de
conducir con los pies al mismo tiempo que fumaba
una pipa y dormía, cuyo acompañante era el Oso
Miedoso, un personaje que sólo se dedicaba
a temblar de miedo y taparse los ojos ante un
eventual peligro.
Quizás uno de los más “normales” de
esta interminable competencia haya sido Pedro
Bello, un corredor tan egocéntrico como
galante. Estaba enamorado de Penélope
Glamour y muchas veces su caballerosidad lo
llevó a perder varias carreras a bordo de su Súper
Heterodino.
Por último, el automóvil número diez
era el recordado Troncoswagen, un extraño vehículo de madera que tenía ruedas en forma
de sierra lo
que le daba la habilidad de cortar casi
cualquier objeto que se interpusiera en su
camino.
Sus conductores eran Brutus y el castor Listus,
quien junto con Patán y el Oso
Miedoso eran los únicos animales del
programa.
LOS AUTOS LOCOS Y SUS DERIVADOS |
El
gran éxito de este dibujo animado, y sobre todo
la repercusión que lograron muchos de los
personajes, hizo que en 1969 Pierre Nodoyuna y su inefable compañero Patán,
protagonizaran su propio show llamado El
escuadrón diabólico (foto), donde eran
aviadores de la Primera Guerra Mundial y debían
atrapar a un palomo mensajero enemigo.
Lo mismo ocurrió con la simpática y
bella Penélope Glamour, quien fue la
estrella de Los Peligros de Penélope, un spin-off donde estaba acompañada por la pandilla de Matthew,
en una particular versión de lo que tiempo atrás
había sido Blanca Nieves y Los siete
enanitos, aunque en este caso, los enanitos
formaban una pandilla de gansters, siempre
dispuestos a salvar a
la
dulce heroína de los peligros en los que se metía.
Pero no todo quedó ahí, la fórmula Wacky
Races (el título original de la serie
animada), fue utilizada de nuevo por
Hanna-Barbera y en varias oportunidades: Las
Olimpíadas de la Risa, donde competían
todos los elencos de la dupla creadora de
dibujos animados, La carrera espacial de
Yogui, una competencia por el espacio
exterior y Los Cometas de Bailey, otra alocada
carrera descendiente de aquella que llevó a Nodoyuna y compañía al estrellato.
Como se ve, Los Autos Locos inauguraron, con su aparición en 1968, un nuevo
y entretenido formato: el “road cartoon”.
Una fórmula que divirtió – y divierte aún
gracias a las repeticiones - a varias
generaciones. No obstante, no son pocos los que
se quedaron con las ganas de ver al Súper
Ferrari 00, aunque sea por una vez, cruzar
la línea de llegada antes que el resto. Pero
bueno... después de todo ni el Coyote pudo
atrapar nunca al Correcaminos, ni Tom pudo
comerse a Jerry. Es la ley del dibujo
animado: los malos o tramposos nunca ganan. Lástima
que la realidad, a veces, esté tan lejos de ese
ideal. CR
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